martes, 3 de abril de 2012

En busca de la conciencia de clase perdida


Primavera 2012

Con la excusa de la crisis financiera que ella misma ha generado, la clase capitalista pretende, culpándolos de todos los males, recortar los derechos logrados desde la Revolución Industrial por la clase trabajadora, con el beneplácito aparente de gran parte de esta misma clase trabajadora que apoya con su voto estas medidas poniendo de este modo de manifiesto su pérdida de identidad.

Hojeando libros que trataban desde diversos enfoques la revolución industrial y sus efectos, di con uno que me apetece comentar.

Françoise Choay (París, 29 de marzo de 1925) es licenciada en Filosofía, escritora y crítica de arte. Ha sido directora del Instituto de Urbanismo de París VIII. Entre otras publicaciones, es autora de El urbanismo, utopías y realidades (1963), que consiste fundamentalmente en una antología de textos sobre Urbanismo de los principales autores y pensadores de esta disciplina a partir de la revolución industrial. Un resumen de su contenido podría ser el siguiente:

La revolución industrial fue seguida casi inmediatamente por un crecimiento demográfico sin precedentes en las ciudades. La transformación de los medios de producción y de transporte desde comienzos del siglo XIX modificó la estructura de las ciudades creándose un nuevo orden con la solución más inmediatamente favorable a los dirigentes de las industrias y a los financieros. El resultado para los nuevos trabajadores de la industria fue unas viviendas obreras insalubres, separadas por enormes distancias de los lugares de trabajo y ausencia de jardines y espacios públicos en los barrios populares.


La insatisfacción con el resultado del rápido desarrollo de las ciudades provocó la aparición de grupos de pensadores pre-urbanistas que formularon soluciones en dos direcciones del tiempo: el pasado y el futuro, adoptando dos aspectos: el nostálgico y el progresista.

El modelo nostálgico o culturalista tuvo por representantes a John Ruskin y William Morris para los que la solución al desorden de las ciudades victorianas consistía en una vuelta a la variedad e ideales góticos. La fase urbana de esta tendencia, a finales de siglo, estuvo representada por Ebenezer Howard y su ciudad-jardín.

El modelo progresista  o utópico estuvo representado por Robert Owen y Charles Fourier entre otros. La ciudad progresista rechaza todo el legado artístico del pasado, para someterse exclusivamente a las leyes de una geometría natural, dividiendo el espacio urbano de acuerdo con un análisis de las funciones humanas. Su fase urbana se desarrolla ya en el siglo XX y sus principales representantes serían Tony Garnier, Walter Gropius o Le Corbusier.

A estos dos modelos críticos hay que añadir la crítica sin modelo de Friedrich Engels y Karl Marx, también de carácter progresista, desarrollada en sus obras  “La situación de la clase trabajadora en Inglaterra” (1945) y “La crisis de la vivienda” (1872) de Engels y “El capital” (1867 el primer volumen) de Marx,  que se caracteriza por no recurrir al mito del desorden ni proponer un modelo de ciudad futura. Para ellos, la ciudad tiene el privilegio de ser el lugar de la historia. En ella la burguesía se desarrolló y representó su papel revolucionario. En ella había nacido el proletariado industrial, al que incumbiría la tarea de llevar a cabo la revolución socialista y de realizar el hombre universal. Critican las soluciones paternalistas y reaccionarias de la burguesía liberal al problema, inclinándose por soluciones provisionales a un aspecto parcial de un problema global del que no podía disociarse y que únicamente la acción revolucionaria permitiría resolver.

La conclusión que se puede extraer es que, con excepción de Engels y Marx, los mismos que relacionaban con lucidez  los defectos de la ciudad industrial con el conjunto de las condiciones económicas y políticas del momento, no se mantenían en la lógica de su análisis y se negaban a considerar esos defectos como el reverso de un nuevo orden promovido por el desarrollo de la economía capitalista.


Volviendo a la situación actual, quizá sea una impresión equivocada, pero ¿no nos proponen quienes se postulan para representarnos, elegir entre una solución nostálgica o conservadora y otra, aparentemente progresista o utópica, que en el fondo se diferencian muy poco y solo pretenden maquillar la situación actual de forma que el sistema se perpetúe en el tiempo?
Por otra parte, aunque la cuestión de la vivienda es un aspecto parcial del problema, ¿no se ha pasado de unas condiciones de vivienda infrahumanas a una aparente opulencia que nos ha convertido en rehenes de hipotecas “infrahumanas” imposibles de pagar?

Los modelos que nos proponen negando el fin de ciclo no permiten vislumbrar solución a corto o medio plazo, pero aún así se insiste en ellos. Aunque parezcan términos anticuados y obsoletos, ¿no sigue vigente la lucha de clases?, ¿no es hora de recuperar la conciencia de clase perdida?

3 comentarios:

  1. Antes de nada, felicidades por dar este paso y ánimo.
    Las dos entradas que has hecho hasta ahora son preciosas. Desde luego, ésta última, para pensar.
    Por mi parte, yo estoy bastante desilusionada, desde hace mucho tiempo, de todos los que dicen que nos representan bien sea a nivel social como laboral.
    Me encanta tu última frase, "¿no es hora de recuperar la conciencia de clase perdida?". Pienso que lo que nos ocurre es que nos hemos vuelto demasiado cómodos y hemos delegado en otros la gestión de todo lo que nos rodea. Por mi parte yo ya no confío en los politicos, en los compañeros sindicalistas que se supone van a velar por mis intereses laborales, no puedo confiar en el banco en el que he confiado mis ahorros, no puedo confiar ... realmente en nada.
    Como bien dices, creo que va siendo hora de bajar a la tierra y saber quienes somos y qué podemos esperar. Me pregunto: ¿no es hora de recuperar las riendas de nuestras vidas?
    Un saludo y hasta pronto

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  2. Muchas gracias por tu comentario. Me he metido en esta historia porque creo que necesito decirme cosas a mi mismo, y me ha sorprendido que otras personas las lean y más todavía que puedan compartir mis inquietudes. Respecto de la situación actual tengo una opinión no se si acertada pero si bastante clara y soy muy pesimista acerca de su solución. Quizá por eso lo de aferrarse a los recuerdos.

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  3. Hola, te felicito por haber arrancado tan fuerte en el blog y con tu permiso, pasaré y comentaré de vez en cuando. Interesante lo que expones, supongo que en muchas ocasiones los extremos se acaban uniendo a pesar de las diferencias que las separan. El consumo es el motor del desarrollo, si este consumo se descontrola nos destruye pero si desaparece nos hundimos con él. En definitiva para subsistir nos tenemos que autodestruir?
    Un beso.

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