miércoles, 30 de mayo de 2012

El rostro de Tracy






Andaba necesitado de razones para el optimismo cuando hace unos días escuché en una emisora de radio a Eduardo Punset citando una frase que leyó en los años 60 en alguna pared del metro de Nueva York: Is there a life before death? (¿Hay vida antes de la muerte?).

Como a Punset entonces, la frase me ha parecido genial y buscando información llegué a su libro "Excusas para no pensar" (Destino, 2011), sobre el que encontré comentarios que me impulsaron a hacerme con él rápidamente, de modo que se ha convertido en mi primera adquisición digital.



Es un libro que se lee muy fácilmente porque aunque habla de cuestiones importantes y trascendentes, lo hace de una forma sencilla, clara y amena, con muchos ejemplos y con referencias a estudios y experimentos acerca de las cuestiones que aborda.

En síntesis, el libro consiste en un recorrido desde nuestros orígenes, o mejor, desde los orígenes de la vida, por el largo camino del aprendizaje humano, hasta el momento actual, reflexionando acerca de la importancia que siempre ha tenido saber entender y gestionar las propias emociones, así como reconocer y entender las emociones ajenas.

En el último capítulo el autor plantea sus "Fórmulas para ser más felices en un mundo mejor". De su contenido me quedo con el último apartado, "Diez mandamientos para no ser infeliz", con recomendaciones tan aparentemente sencillas y evidentes que invitan a preguntarse cómo es posible no ser felices. Y es que el gran acierto de Punset es hacernos conscientes de que "... no somos conscientes de las cosas más obvias. Si lo fuéramos, nos plantearíamos la vida de un modo distinto".

Quizá deberíamos hacer como Isaac Davis, alter ego de Woody Allen en "Manhattan", y dedicar un rato, de vez en cuando, a descubrir o recordar las cosas que realmente nos importan y que muchas veces ya tenemos pero no valoramos lo suficiente.



No tiene que ver con el tema, pero no me privo de comentar que en junio de 1989 compartí con Eduardo Punset (y muchos conductores más) un inmenso atasco madrileño en el túnel de María de Molina bajo López de Hoyos. Él iba en taxi, supongo que camino del aeropuerto, y yo detrás, en mi vehículo, hacia el trabajo. Una quema intencionada de neumáticos en la Avenida de América tuvo la culpa. Era mi primer día de curro y llegué dos horas tarde.




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