Desde que
tengo hijos, y ya va para unos cuantos años, apenas he ido al cine a ver películas a mi gusto,
pero a cambio estoy muy puesto en películas de la factoría Disney, o de la Pixar, o en otras películas de animación, de acción, superhéroes, etc. Lamentablemente, nos estamos acostumbrando a películas de grandes presupuestos, invertidos en efectos especiales, con el riesgo de que el público joven no sea capaz de apreciar otros valores cinematográficos. Además antes, por lo menos los efectos especiales se notaban y probablemente se valoraban en su justa medida. Ahora están tan bien hechos que pasan desapercibidos y puede que sospechemos llenas de trucos hasta las escenas totalmente reales.
La última película que he tenido ocasión de ver ha sido, hace muy poquitos días, Los Vengadores.
No me pilló de sorpresa el resultado porque ya tenía visionadas previamente
“Capitán América”, “Thor”, “Iron Man” o “Iron Man 2”, además de películas de
otras sagas como “Watchmen”, "Transformers", etc. En
medio de interminables minutos de avasalladora acción y desenfrenada exhibición
de todo tipo de armamento ligero y pesado (me falta vocabulario), hay una
pequeña escena en la que un anciano que ha asistido a una caída espectacular
desde los cielos del amigo Hulk y su vuelta, supongo que debido al golpe, a su
forma de ser menos anormal, le pregunta al superhéroe si se trata de un
alienígena, y ante la negativa de Hulk, el anciano le dice “pues entonces, hijo,
tienes un problema”. La escena provoca por supuesto la risa liberadora del
público, agarrotado desde hacía rato en sus butacas, y en complicidad sin duda con el
verdoso superhéroe, pero, aunque dirigido a “Hulk”, ¿no estaría pensando este personaje con lo de "tienes un problema" en cada uno de los espectadores que abarrotábamos la sala, parte de los cuales, al final, incluso premiaron la
proyección con tibios aplausos? ¿O, no estaría pensando por lo menos en aquellos espectadores que
no habían reconocido al actor que encarnaba al anciano personaje?
Digo esto
porque, aunque no sentí ninguna necesidad de aplaudir, espero que sea un atenuante a mis pecados cinéfilos el haber
reconocido en dicho personaje a Harry Dean Stanton que, con 85 años a sus espaldas, hace una breve aparición en tan espectacular película.
Harry Dean Stanton es un dignísimo representante de otro tipo de cine; de un cine sin efectos especiales o con los mínimos imprescindibles; de un cine que escasea cada vez más o porque no se hace o porque no se distribuye en nuestros días. Se le puede encontrar como eficaz secundario en un montón de películas, muchas de ellas consideradas de serie B (sólo por su presupuesto, que no por su calidad e interés), pero sobre todo se le recuerda como Travis, el personaje protagonista de “Paris, Texas”, de Wim Wenders, con la que el director alemán ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 1984.
Con guión
del escritor y actor Sam Shepard, Wim Wenders cuenta en bellas imágenes el viaje
emocional del protagonista en busca de su esposa e hijo, y también, por qué no, de sí mismo, a través de paisajes desérticos
cuyos planos generales ponen el contrapunto perfecto a los primero planos de
los diferentes personajes.
Desde las secuencias iniciales, con el protagonista caminando aparentemente
sin rumbo, hasta la famosa escena del Peep Show y su conversación con su esposa a través de una cabina, Wenders nos va descubriendo poco a poco las razones del comportamiento de sus personajes y en especial las que impulsan a Travis a realizar su particular viaje.
Acompañan
a Harry Dean Stanton en el reparto, Natassja Kinski, Dean Stockwell, Aurora Clement y Hunter Carson, ah, y la música de Ry Cooder.
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